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Expresionismo - Introduccion
Los expresionistas de
Der Blaue Reiter (El jinete azul)

El grupo Der Blaue Reiter fue formado en Munich en 1911. Recibió una importante aportación internacional, sobre todo del cubismo y el futurismo, ya que entre sus filas figuraban numerosos extranjeros. Entre 1911 y 1914 pertenecieron a él Franz Marc y Vasily Kandinsky, y otros artistas tales como Paul Klee, Alexei Yavlensky, Marianne Werefkin, August Macke y Gabriele Münter.

A diferencia de la ruda forma de pintar de los artistas de Die Brücke, el arte de Der Blaue Reiter es más exquisito, subjetivo y espiritual. Aunque la formulación artística de ambos grupos era muy diferente, los unía la convicción de mirar más allá de lo superficial. El arte ya no debía "reproducir lo visible, sino hacer visible" tal y como lo expresó Paul Klee.

Los pintores de Der Blaue Reiter, sobre todo Marc y Kandinsky, se interesaron principalmente por la transformación pictórica de los sentimientos. A los artistas de El Jinete Azul les importaba más el cómo de la representación que el qué. Incluso en aquellos cuadros en los que todavía se podían apreciar vagas reminiscencias de las cosas mundanas, el efecto no parte del objeto, sino de la composición. Lo más importante eran las formas y los colores. Los artistas concedían a sus cuadros ritmo y melodía mediante los tensos contrastes entre las líneas fuertes y suaves, formas abiertas y cerradas y colores metálicos y aterciopelados.

Los artistas de Der Blaue Reiter se imaginaban la transmisión de los sentimientos como una cadena entre el artista y el espectador, al principio de la cual se encontraba "la sensibilización del alma del artista"; emotividad a la cual el artista da forma en su obra. A su vez, el cuadro causa en quien lo observa determinados sentimientos, con lo cual se convierte en el agente responsable de "la sensibilización del alma del espectador". Entonces, la asociación del significado y la concepción del sentido de cada cuadro están en manos del propio espectador.

La colaboración critica del espectador a la hora de conceder un significado a una obra y la silenciosa comunicación entre el cuadro y quien lo contempla adquiría cada vez más importancia a lo largo de todo el arte del siglo XX.